Hablando con mi pareja acerca de paneles solares, me di cuenta de un par de cosas. La primera es que si tomáramos un planisferio y pintásemos con la bandera de un país determinado, no sólo el territorio donde viven sus habitantes (incluyendo ilegales en su territorio y legales en el extranjero?), sino los territorios de donde salen los recursos que consumen.
Por "de dónde salen" no me refiero a la manufactura (si bien emplean recursos humanos de dichos lugares, después explico por qué), sino a de dónde se extraen del suelo (o su mar, o su flora y fauna) las materias primas con las cuales se alimentan, obtienen energía y construyen los productos que utilizan.
Si en lugar de un mapamundi pensáramos en una Tierra paralela que sólo está habitada por las personas que intervienen en todas las interacciones que tienen sus habitantes de la clasificación anterior con el mundo material, y en donde la lógica ambiental (por no decir ecología?) fuese la misma, entraríamos en una paradoja, ya que muchos países hacen en su propia tierra de políticas progresistas y verdes, uso de recursos extraídos bajo condiciones horribles (como esclavitud, en donde la mano de obra si que importa) y/o sin tomar los recaudos para evitar contaminación medioambiental que tendrían que tener si fueran a realizar dichos procesos en su tierra natal.
Resulta tentador irme por las ramas con una ficción en la que hay X Tierras paralelas donde cada una tiene la apariencia de cada uno de esos planisferios nacionales. Pero mejor volvamos a lo que iba con el título de que Necesitamos una Ley de Coherencia Mundial: a que toda persona de todo país debería ser responsable por los impactos que sus acciones tienen sobre el medio ambiente, así no sean conscientes de ello o suceda en el lado opuesto del Mundo.
Lo segundo que me di cuenta, es que también hay un impacto local que no tenemos en cuenta: el de la contaminación por obstrucción de la línea de visión (o del cielo y paisaje). Todo edificio que obstruye la visión del paisaje de otros edificios y/o la vista del cielo de los transeúntes y/o la luz solar que llega a cada metro cúbico de superficie orientada en dirección al ecuador, debería pagar algún impuesto. ¿Por qué?
Porque supongamos la situación actual: vivo en un edificio con una pared en dirección Norte a la que le pega el Sol casi todo el día, por ende si el consorcio se organizase, debería poder tapizarla de paneles solares y lograr un rendimiento que a la larga le daría energía eléctrica gratis a todo el edificio. Si luego de hecha esta obra se construyera un edificio al lado del nuestro en dirección Norte, de repente ya no tendríamos acceso al Sol, y no sólo deberíamos vender esos paneles solares, sino que tendríamos que volver a pagar energía eléctrica.
Una forma de resolver esa disputa podría requerir al nuevo edificio pagar el equivalente en energía producida al nuestro durante la construcción, y de instalar los paneles en la nueva pared expuesta al Norte y realizar la conexión, pero esto podría no ser físicamente posible.
... Los satélites en la órbita planetaria deberían ser opacos para no contaminar lumínicamente el cielo terrestre. También así las ciudades no deberían utilizar más luz de la necesaria de noche para eliminar el brillo permanente en el horizonte, y/o pagar un impuesto por tenerlo.
La simplificación de llevar todo a un equivalente monetario, no obstante, me deja un mal sabor de boca. Idealmente estas cosas no deberían suceder, por una mínima empatía, pero suceden de forma aparentemente inevitable y me quedo preguntando ¿Cómo deberíamos lidiar con ellas?